jueves, 28 de febrero de 2013

Radiografía de la realidad


Adentrarse en las imágenes de Rafael Sanz Lobato es descubrir a través de su objetivo un mundo de miradas, de vivencias y costumbres religiosas y civiles que han formado parte de la historia de nuestro país y que, aún hoy en día, siguen vigentes en muchas de sus manifestaciones. Premio Nacional de Fotografía 2011, el Espacio Santa Clara del Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla ha sido el escenario de una retrospectiva que repasa la obra del fotógrafo sevillano a través de algunas de sus instantáneas más reconocidas.
                Perteneciente a una generación de artistas visuales de posguerra, la mirada de Sanz Lobato se deja seducir, entre finales de los años 60 y principios de los 70, por la exaltación y el respeto hacia ritos populares y místicos para inmortalizar las tradiciones con los gestos de sus protagonistas, la ubicación de sus cómplices y los movimientos de sus actores. Pero también nos acerca a una época que rememora a través de los rostros, las expresiones y los oficios de sus ciudadanos.


                Rafael Sanz Lobato se mueve entre el arte visual y la fotografía documental para exponer todo un trabajo antropológico que transmite la esencia del ser humano mediante su historia y cultura. En la muestra, series como ‘Auto Sacramental Camuñas’, ‘La Caballada de Atienza’, ‘Rapa das bestas’ o ‘Bercianos de Aliste’ dan paso a naturalezas muertas, ‘Bodegones’ y ‘Otras historias’, todas ellas con el particular e inigualable enfoque del creador sevillano.


Desde que comprara su primera cámara en 1956, Sanz Lobato ha sabido recoger en sus negativos el temperamento de la realidad que le ha rodeado. Y la máxima expresión de cómo ha sabido captar el alma de toda imagen que se pone ante su objetivo la encontramos en sus ‘Retratos’, un auténtico ejercicio cargado de fuerza y belleza donde la habilidad del fotógrafo se deja llevar por esa pasión que le lleva a perfilar figuras con un sello tan personal como el que desprende cada una de las miradas que revelan su extraordinario trabajo.


                Y precisamente de esa realidad documental escapa la exposición Nunca Jamás, una serie de historias de niños para adultos por la que ha apostado la Fundación Valentín de Madariaga. En palabras del comisario de la muestra, Sema D’Acosta, “la imaginación es un territorio común que comparten los artistas y los niños, un universo personal descontaminado de prácticas prefijadas que al estar despojado de tabúes o prejuicios permite inventar desde el estatuto de lo auténtico”. Y este concepto ha sido el hilo conductor para imaginar una colección de piezas que bien podrían responder al universo imaginario de cada uno de sus autores: Kara Walker, Marcel Dzama, Liliana Porter, David Levinthal, Yoshitomo Nara, Vik Muniz, Walter Martin & Paloma Muñoz, Antonio Ballester Moreno, Fernando Renes, AAron Lloyd, Juan Zamora, Jorge Perianes, Guillermo Martín Bermejo, Javier Calleja, Julio Falagán, Chema Lumbreras y Quim Tarrida. Cada uno se adentra en el cosmos infantil a su manera, a través de cuentos, juguetes, figuras, dibujos, vídeos…, pero todos ellos apostando por la profunda sencillez de su expresión para manifestar tanto la realidad social como la inquietud de la mente adulta.



                A lo largo de este recorrido por la fantasía y el ensueño, no queda rincón alguno que escape a la interpretación de los artistas. Sus obras se esparcen por el suelo y escalan las paredes para inundar cada sala de la galería con un sinfín de imágenes y colores que dibujan de magia, la diversión y el misterio de este lienzo llamado ‘Nuca jamás’. Individuos que se hacen diminutos y se encierran en una burbuja de cristal, personajes y juegos que viajan a la niñez, collages y pinturas que parecen cobrar vida…, todo un ejercicio de libertad creativa y de interpretación para el espectador. Como colofón, una joya para los amantes del cine de Tim Burton: el cortometraje ‘Vincent’ (1982), un homenaje al actor Vincent Price y al escritor Edgar Allan Poe donde el director estadounidense ya plasmó su singular y maravilloso universo mezcla de realidad e imaginación, punto final y de partida de la exposición que hoy lo exhibe.