“Las películas tienen el poder de capturar los sueños”. Es difícil encontrar
términos para expresar la experiencia mágica del cine, pero fue precisamente su precursor,
Georges Méliès (1861-1938), quien pronunció estas palabras para interpretar unas
sensaciones que nos resumen a la vez todo el proceso creativo del mago
francés. Detenerse en su mundo, en su vida y trayectoria profesional, en su ingenio,
es adentrarse en las páginas de un cuento donde realidad y fantasía se funden
como resultado del trabajo de una mente asombrosa. El también dibujante,
director de teatro, actor, decorador, técnico, productor, realizador y
distribuidor de más de 500 películas, supuso una auténtica revolución
cinematográfica al ir más allá de las imágenes proyectadas por el cinematógrafo
de los hermanos Lumière. De su
maestro, el mago Robert-Houdin,
aprendió trucos y efectos que más tarde aplicaría al género fantástico, una
habilidad que actualmente sigue dirigiendo la práctica de cineastas para llevar
a las pantallas los más revolucionarios efectos especiales.
Una de las salas de la exposición en CaixaForum Madrid. |
Su
aportación a la historia y evolución del séptimo arte, así como las raíces
culturales, estéticas y técnicas que influyeron en su extensa obra, forman
parte de Georges Méliès. La magia del cine,
una muestra proyectada por la Obra
Social “la Caixa” en colaboración con La Cinémathèque Française (en CaixaForum Madrid, hasta el 8 de diciembre de
2013). Más de 400 objetos entre dibujos, fotografías, inventos originales de la
época, películas, vestuario y maquetas que introducen al espectador en el metraje de la imaginación del
ilusionista. Entre sus salas, linternas mágicas, praxinoscopios o el
cinematógrafo de los célebres hermanos franceses...
Linternas de proyección de David William Noakes & Son (izquierda) y James Pettibon (derecha).
..., también la influencia de las sombras chinescas, la fantasmagoría (género negro precursor del terror que Méliès trucó para contagiarlo de alegres travesuras) y, especialmente, las mujeres, protagonistas recurrentes de sus películas, en las que aparecen descuartizadas, desmembradas e incineradas, o bien se convierten en mariposas, abejas, brujas o diablesas; son también sus cómplices, visiones mágicas, diosas, hadas, princesas y, a menudo, las que poseen la llave para acceder a un mundo onírico y fantástico. Fue el primero en llevar al cine al personaje de Juana de Arco (‘Jeanne d’Arc’, 1900).
Autorretrato de Méliès caracterizado de Mefistófeles (arriba a la derecha) y escenas de trucajes con mujeres.
Especial
atención cobra la recreación de su estudio acristalado en Montreuil a través de
fotografías y maquetas que elevan la belleza de este sorprendente refugio
cinematográfico, cuna de gran parte de su obra.
Méliès pintando un decorado en el suelo de su estudio de Montreu |
Y, por supuesto, su más célebre
producción, ‘Le voyage dans la Lune’
(1902), que recoge algunas de las imágenes más populares y sorprendentes de la
historia del cine. De hecho, se hicieron
tantas copias ilegales del filme, especialmente en Estados Unidos, que Méliès
tuvo que abrir una sucursal en aquel país para proteger sus derechos.
Escenas de la película 'Le voyage dans la Lune'. |
Fotografía de Georges Méliès. |
Georges Méliès. La magia del cine es una
sucesión de artilugios, dibujos, proyecciones…, que recuperan la esencia de un
maestro, los trucos de un genio, la trastienda de la magia del séptimo arte,
el increíble universo del creador y autor de un mundo, el de la fantasía..., un espíritu grabado en nuestras retinas para siempre...
Mítica imagen de la historia del cine del impacto de un cohete en el ojo de la Luna ('Le voyage dans la Lune', Georges Méliès). |
UNA VIDA DE CINE
“Georges Méliès nació el 8 de diciembre de 1861 en París. A
los 23 años, durante una estancia en Londres, quedó fascinado por la
prestidigitación, y en 1888, al retirarse su padre del negocio familiar de calzado
de lujo, recibió una considerable fortuna con la que pudo adquirir el teatro
del mago Robert-Houdin. En aquel
pequeño teatro creó sainetes mágicos con complejos trucajes que,
posteriormente, le sirvieron para el cine.
A finales de 1895 descubrió el cinematógrafo
de los hermanos Lumière, que le
cautivó. Cuando ellos se negaron a venderle su aparato, Méliès recurrió a un óptico londinense, Robert William Paul, que había inventado una cámara. A su regreso a
París rodó sus primeras cintas, y en mayo de 1896 empezó a realizar sus
primeras 15 películas trucadas, como ‘Le manoir du diable’ (La mansión del diablo) y ‘Escamotage d’une
dame chez Robert-Houdin’ (Desaparición de
una dama en el Robert-Houdin).
El público, fascinado, quería más. Para dar
respuesta a aquel gran éxito, Méliès
hizo construir en la propiedad familiar de Montreuil-sous-Bois, sin reparar en
gastos, un estudio de cine completamente acristalado. En 1902, con ‘Le
voyage dans la Lune’ (Viaje a la Luna),
se convirtió en uno de los más solicitados. Pero la duplicación ilegal de este
filme alcanzó tales proporciones en Estados Unidos que Méliès tuvo que enviar a Nueva York a su hermano Gaston para abrir una sucursal en
representación de la marca Méliès Star Film.
El año 1908 fue el de su máximo esplendor:
en el estudio de Montreuil se filmaron más de 50 películas. Pero también supuso
el inicio del declive de Méliès, que
se vio superado por la producción masiva de Pathé y Gaumont y por la
llegada de cineastas extraordinariamente dotados, como por ejemplo Ferdinand Zecca, Louis Feuillade, el español Segundo
de Chomón y David W. Griffith en
Estados Unidos.
Pathé produjo en 1911 y 1912 las últimas cintas de Méliès, que fueron un absoluto fracaso pese a la magnífica ‘À
la conquête du Pôle’ (A la conquista del
Polo). En 1917, intentó la reconversión al teatro sin éxito, y en 1922 tuvo que
vender la propiedad de Montreuil. En 1925, la sala Robert-Houdin fue derribada.
Desesperado y totalmente olvidado por el público y la profesión, Méliès destruyó todos los negativos de
sus películas.
Tras casarse en segundas nupcias con una de
sus primeras actrices, Jehanne d’Alcy,
encontró trabajo como vendedor de juguetes en el vestíbulo de la estación de Montparnasse,
en París, donde un periodista le reconoció por casualidad en 1926. Aquel
encuentro casual supuso su redescubrimiento, que se produjo especialmente a raíz
de la Gala Méliès, celebrada en 1929 en la sala Pleyel, donde pudieron proyectarse
ocho de sus películas, milagrosamente recuperadas. Murió el 21 de enero de 1938”,
CaixaForum Madrid.
_CRÉDITOS
Imágenes y vídeo: CaixaForum Madrid.
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