martes, 31 de diciembre de 2013

2013, el año del Surrealismo

El 2013 nos ha brindado la oportunidad de asistir a “la clase más sublime de pintura que se ha hecho nunca”. Pero no sólo de pintura, sino también de filosofía, ciencia, escritura, escultura…, y de la mano de un gran maestro, Salvador Dalí. Más de 730.000 personas han visitado ‘Dalí. Todas las sugestiones políticas y todas las posibilidades técnicas’, una muestra organizada por el Museo Reina Sofía y el Centre Pompidou de París en colaboración con el Salvador Dali Museum de Saint Petersburg (Florida) y la Fundació Gala-Salvador Dalí (Figueres). El Centro de Arte Nacional ha reunido más de 200 obras del pensador, piezas que han permitido exaltar y revalorizar con éxito y admiración la figura del máximo representante del Surrealismo a través de sus múltiples y variopintas etapas artísticas.


          Contemplar el universo de Dalí supone un auténtico ejercicio de liberación creativa, la apertura a un maravilloso mundo de delirio, la exposición a un sinfín de interesantes y complejo recursos plásticos. Todo es susceptible de ser interpretado por método paranoico-crítico de una de las figuras más relevantes del siglo XX: el ser humano, la sexualidad, el tiempo, la religión…, se atreve incluso con el rostro de la muerte, influenciado por sus vivencias en la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial. 


          Su construcción posee una riqueza simbólica representada en formas de obeliscos fálicos, relojes, elefantes, huevos… Pero también se entrega a la ciencia, a la obsesión por el progreso y, especialmente, por ‘lo nuclear’. La genética, la vida, el ácido desoxirribonucleico…, son términos constantes en el cosmos pictórico y audiovisual de Salvador Dalí


          Pintor, escultor, escritor, ilustrador…, coqueteó también con el cine, dejándonos para la eternidad su colaboración en imprescindibles películas como ‘Un perro andaluz’ (Luis Buñuel, 1929), donde pone de manifiesto su pensamiento onírico y su influencia en el desarrollo del Surrealismo, alma de su legado artístico. A Dalí le debemos una técnica basada en la interpretación paranoica, una visión obnubilada por la transformación de la realidad, por la destrucción y la deformación…, una alucinación gobernada por un gusto hacia la belleza de lo excesivo que perfilaba un carácter narcisista que, más allá del rechazo de los críticos, lo encumbró como agitador y provocador de masas.



          Ya lo decía el propio artista: “la única diferencia entre un loco y yo, es que yo no estoy loco”. Enfrentarse a la obra de Salvador Dalí supone toda una experiencia sensorial inducida por una fascinación creativa sin límites. No es menos cuerdo el que exhibe que el que observa. Existe una realidad, irreal si queremos, por encima de la percepción directa de la vida, la razón y la moral. Un delirio que, a través de la reflexión, el conocimiento y el libre entendimiento, permite emprender el camino hacia la increíble naturaleza del pensador español, una inteligente, desenfrenada y seductora ventana a la imaginación…

'Muchacha en la ventana', Salvador Dalí (1925).

_CRÉDITOS
Imágenes: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.





lunes, 30 de diciembre de 2013

2013: SEFF, un año de cine (II)

Tres cintas llamaron especialmente la atención de este Universo Inquieto durante la X edición del Festival de Cine Europeo de Sevilla: ‘El Gran Cuaderno’, ‘10000 noches en ninguna parte’ y ‘La gran belleza’.
                Muchas películas han recurrido al tema de ‘la guerra como generadora de monstruos’; cabe citar en el panorama nacional, por ejemplo, la premiada ‘Pa Negre’ (Agustí Villaronga, 2010). En el caso de la húngaraEl Gran Cuaderno’ (János Szász, 2013), el concepto de la ‘resistencia’ asalta la vida de Egyik y Masik, dos gemelos abandonados al cuidado de su desconocida abuela y a la realidad de un mundo de adultos que les hará pasar por alto su infancia para madurar hacia un entorno de destrucción. Inseparables, se enfrentan a la muerte y a la supervivencia, al sacrificio y al antisemitismo, generando en su interior un carácter que se debate entre la ira y un espíritu justiciero que pondrá a prueba su propia lucha por mantener intacta una relación fraternal inquebrantable. Un metraje en el que destacan las interpretaciones de sus jóvenes protagonistas, el imaginario creado para plasmar en un cuaderno la feroz evolución de su moral y una banda sonora mantenida a golpe de un tambor como símbolo del trágico destino al que conduce la violencia de la guerra.


          Muy íntimo fue el esperado regreso de Ramón Salazar. 10000 noches en ninguna parte’ (2013) invitó a soñar con los anhelos y las inquietudes, a recuperar los miedos y asumir el dolor, a reconocer el pasado y afrontar el futuro, a dialogar con el presente para darnos cuenta de que “los lugares por los que no hemos pasado aún nos están esperando”. El director malagueño propone un salto espacio temporal con sedes en Madrid, París y Berlín. Cada ciudad compone un universo habitado por sus personajes, corales interpretaciones (sobresalen las de Susi Sánchez y Najwa Nimri) para construir un mapa trazado por un perfecto y entrañable Andrés Gertrúdix. Las fronteras separan la realidad y lo imaginario, la infancia y la madurez, el dolor y el placer; y, sin embargo, estos términos contradictorios conviven con naturalidad en precisos planos fotográficos y musicales dibujados bajo la profunda y honesta mirada de su actor principal. Ya lo dijo el creador de ‘Piedras’ (Ramón Salazar, 2002) en la presentación de su nueva obra, “no hay que buscar un sentido desde el principio”. Y lo cierto es que ‘10000 noches en ninguna parte’ resulta un inteligente y humano ejercicio cinematográfico que persiste en la mente del espectador para asumir poco a poco su propia vida y descubrir la esencia de una película con alma.



          Cintas que mantienen su identidad en el tiempo para deslumbrar en cada revisión. Como lo hará también La gran belleza’ (Paolo Sorrentino, 2013), un trabajo que seduce precisamente porque en el brillo y la majestuosidad de sus imágenes convive la riqueza de esas pequeñas cosas que dan valor a la vida, haciéndolas eternas. La opulencia de una clase social privilegiada se derrumba ante la sensibilidad de auténticas historias de emoción oculta, un mazazo a la superficialidad y a la decadente nobleza romana…, un toque también a la Iglesia. Todo un desfile de clichés, figurantes huecos y banales, situaciones cómicas que llegan incluso a ridiculizar a sus protagonistas…,y, de repente, embriaga un placer visual extraordinario, un goce sonoro delicioso, héroes anónimos que se cruzan en el escenario del personaje creado por el director y guionista italiano (excepcional interpretación de Toni Servillo) para devolverle ese humilde tesoro ajeno a una vida abocada a la decepción y el vacío. 


domingo, 29 de diciembre de 2013

2013: SEFF, un año de cine (I)

La X edición del Festival de CineEuropeo de Sevilla constató, más allá del décimo aniversario de una cita consolidada e imprescindible dentro de la industria del séptimo arte, la producción de cintas que, a pesar de contar con escasos recursos en su mayoría, elevan su talento formal e ingenio artístico por encima de las habituales producciones del circuito oscarizado. Una selección de películas que, a su vez, contribuyen a encumbrar la calidad de un festival rico en pequeñas joyas cinematográficas.
          Trabajos que invitan a la reflexión, como Class Enemy’ (Rok Bicek, 2013), una revisión de la relación entre profesor y alumnos que ahonda en su lado más distante para estudiar temas como el suicidio, el sentimiento de culpa, el acoso o el liderazgo. Otros, apuestan por un análisis socio-cultural del país de origen: es el caso de In Bloom’ (Nana Ekvtimishvili y Simon Groß, 2013) o The Selfish Giant’ (Clio Barnard, 2013), que parten de la joven mirada de sus protagonistas para acercarnos a la crueldad de vidas expuestas a la violencia, el machismo o la marginación, historias que al mismo tiempo sobresalen por el valor de la amistad de quienes resisten con fuerza y, en algunos casos, resignación.


          En el SEFF hay sitio para filmes que, desde su humildad y sencillez, aportan al espectador un soplo aire fresco. Sin pretensiones, We are the best!’ (Lukas Moodysson, 2013) se coló acertadamente para aliviar la densidad de un minucioso programa, compartiendo con algunas de sus compañeras de proyección esa alianza juvenil para sumarle el descaro musical de sus pequeñas, genuinas y entrañables ’punkis’. En otros casos, la formalidad impera sobre el guión y resultan propuestas tan interesantes como la de Berberian Sound Studio’ (Peter Strickland, 2013), terror audiovisual con personajes misteriosos, en algunos casos con estética aparentemente monstruosa, incluso deformada, insertos en un ambiente de extraordinaria riqueza fotográfica y, sobre todo, sonora. Un juego con lo onírico que nos transporta a situaciones de un Surrealismo también presente en Borgman’ (Alex van Warmerdam, 2013), comedia negra, de enredo, retorcida, con tintes de la gloriosa ‘Funny Games’ (Michael Haneke, 1997) y de la locura de 'Holy Motors' (Leos Carax, 2012), que no deja impávido al público con un relato sin horizonte sobre una tribu de nómadas urbanos, trabajando excepcionalmente con los actores el desarrollo de una trama que escapa a toda lógica…, o no.


          La animación encuentra asimismo su lugar con la israelí The Congress’ (Ari Folman, 2013) para criticar a ese gigante de Hollywood. Y lo hace recuperando a uno de los personajes más entrañables de los cuentos adolescentes del cine, aquella Robin Wright de ‘La princesa prometida’. Los intereses más egoístas de la industria, la supervivencia y sumisión de sus intérpretes..., pero también un planteamiento sobre las nuevas tecnologías y la digitalización de las propias emociones para idear personajes al antojo de guiones que no requieren ya de presencia física para crear historias con protagonistas que pierden su identidad a merced de su configuración en un ordenador. Un sorprendente planteamiento que oscila entre lo real y lo animado, e introduce dibujos alucinógenos con una visión futurista para exponer y debatir la necesidad de recuperar el lado más auténtico y humano del cine…, y de la propia vida.


          Si bien el drama familiar Alabama Monroe’ (Felix Van Groeningen, 2012) supuso un déjà vu en la gran pantalla, la cinta presumió de ser un ejemplo de que la mirada con la que se afronta un proyecto puede superar con creces sus trabajos predecesores. Así, la cinta belga se convierte en una película visceral, a veces conmovedora a veces trágica, con una magnífica dirección artística que deja interpretaciones desgarradoras y una coprotagonista indiscutible, la música, que la conforma como una película con alma bluegrass. Un viaje interior también presente en la premiada por la X edición del Festival de Cine Europeo de Sevilla, El desconocido del lago’ (Alain Guiraudie, 2013). La francesa aborda el lado más íntimo del cruising y ahonda en aspectos como la soledad y la amistad en las relaciones homosexuales. Arriesgada y valiente en escenas de sexo explícito que, sin embargo, forman parte de un conjunto bañado de emociones involucradas en una trama de amor, deseo, obsesión y misterio con una fotografía tan salvaje como sensible. Un ligero thriller honesto y libre, con algunas escenas que en ocasiones se vuelven repetitivas, pero que no restan belleza a la franqueza del resultado final.